Una finalidad muy marcada puede ser capaz de abrir una puerta, mover obstáculos, levantar barreras o bien, como dice el dicho, mover montañas.

La tenacidad, la insistencia y la determinación son parte de un valor fundamental en esta historia, que agrupó a personas de todo un territorio, repleto de riqueza en aromas, sabores, colores, texturas, generando movilizar emociones y capacidades impulsadas por lo más preciado de la humanidad, la voluntad.

Y de ahí, es que se entiende todo el tiempo brindado, las negociaciones, el trabajo en conjunto, la gestión, el debate, consensos y disensos, la estrategia, la vinculación, la confianza, un sinfín de acciones en búsqueda de un nuevo camino, a sabiendas que la búsqueda era la acción correcta y que hoy pueden decir que fue el momento indicado.

El transitar es parte de la vida, conectar con realidades diversas, pensamientos distintos, sentimientos profundos, vivencias de todo tipo, luchas individuales, momentos impensados, logros buscados … compartidos.

Es el caso de este grupo de personas que atravesaron en un tiempo volátil instancias de construcción de un concepto, usado muchas veces como insignia, que les ha permitido identificarse con facilidad ante una comunidad, cuidando cada latido producido, cada caricia recibida.

Han aprendido de todo, que la balanza no siempre es en positivo. Han entendido lo que es caer en contextos difíciles, y sin embargo lo que más supieron fue levantarse, estar presentes, ahí, como dragones defendiendo lo más sagrado, con la capacidad de renacer a las distintas situaciones límite.

La entrega, en el porcentaje que sea, siempre es total.

Esta historia es recién un corto trecho del camino por recorrer, que no se sabe si tiene fin pero que tampoco el foco está ahí, sino en cómo transitarlo, en lo que se aprende y se comparte, en las nuevas conquistas, en sostener la mirada.

Transmitir será el legado que podrán dejar para cuidar lo que se ha obtenido, para fortalecer ese concepto divino que mantiene a las personas movilizadas, para recibir a nuevas personas y para darle más años de vida a lo que fue en su momento una gran decisión: luchar.

Diez años para una persona pueden ser relativamente poco si se evalúa desde el inicio de la vida, aunque muchas veces esa cantidad de tiempo no tiene que ver con los momentos más productivos, de realización o felicidad. Para una comunidad con sentido de pertenencia que abraza la adversidad, que en su sano ejercicio la transforma en una gran fortuna, no hay tiempo que sea escaso.

Serán trascendentales, quedarán inmortalizados en las narrativas, sostenidos por las acciones, juzgados quizás por las decisiones, aplaudidos por dar el paso y marcar los primeros 10 años de vida.

Felices 10 años cetistas …